Un padre haría lo que fuera por proteger a su hija. El bien, el mal y la ley se vuelven irrelevantes: lo único que te importa es asegurar el bienestar de la personita que has visto crecer, y si eso implica dañar a alguien más… ¿de verdad nos vamos a detener? Esta historia fue enviada a un periódico local, y en verdad te hará preguntarte hasta donde se puede llegar para cuidar lo que amas.
Roberto Palacios vivía con su hija, Miranda Palacios, en la ciudad de Ensenada, Baja California. Se habían mudado hace tan solo dos años por una razón importante: su esposa lo había abandonado por otro en Morelia, de donde venían...
Lamentablemente, debido al poco dinero que tenía por el divorcio, no le alcanzó para la renta en un buen lugar: se tuvieron que quedar en una casa de tamaño mediano en una de las colonias más pobres y peligrosas de Ensenada.
Cuando Roberto llegó a su hogar, se encontró con lo peor que se puede encontrar un padre: su hija forcejeando con un tipo que claramente intentaba violarla. Roberto no lo pensó dos veces y tomó un bate que siempre dejaba cerca de la puerta. Golpeó al sujeto una y otra vez; en la espalda, abdomen, rostro y cráneo…hasta que sus lamentos terminaron y ya no se movía.
Su hija le contó que era un vecino, que no trabajaba y le hablaba seguido. Siempre le veía y ella trataba de no hacerle caso, pero ese día abrió la puerta antes de que ella pudiera cerrarla y comenzó a ultrajarla. Roberto llamó a la policía y ambulancia.
Roberto Palacios vivía con su hija, Miranda Palacios, en la ciudad de Ensenada, Baja California. Se habían mudado hace tan solo dos años por una razón importante: su esposa lo había abandonado por otro en Morelia, de donde venían...
Lamentablemente, debido al poco dinero que tenía por el divorcio, no le alcanzó para la renta en un buen lugar: se tuvieron que quedar en una casa de tamaño mediano en una de las colonias más pobres y peligrosas de Ensenada.
Cuando Roberto llegó a su hogar, se encontró con lo peor que se puede encontrar un padre: su hija forcejeando con un tipo que claramente intentaba violarla. Roberto no lo pensó dos veces y tomó un bate que siempre dejaba cerca de la puerta. Golpeó al sujeto una y otra vez; en la espalda, abdomen, rostro y cráneo…hasta que sus lamentos terminaron y ya no se movía.
Su hija le contó que era un vecino, que no trabajaba y le hablaba seguido. Siempre le veía y ella trataba de no hacerle caso, pero ese día abrió la puerta antes de que ella pudiera cerrarla y comenzó a ultrajarla. Roberto llamó a la policía y ambulancia.
Padre pasará 20 años en prisión por evitar que su hija fuera violada. COMPARTE
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